Hace poco me cayó un premio doble: la oportunidad de traducir esta joya que hoy ve la luz en español y de hacerlo en colaboración con Rita Da Costa García (al alimón, que diría ella).
Esta es una de esas novelas ovillo que tanto me gustan: empieza prieta y redondita, pero vas tirando del hilo hacia atrás, hacia el pasado, y poco a poco se despliega una enorme madeja de texturas distintas, o dos madejas en este caso, porque es una novela a dos voces. Y en ese tapiz que se va destejiendo asistimos a una historia preciosa y desgarradora en igual medida, y que nos habla del exilio y el desarraigo, de las tradiciones y la nostalgia, del racismo y la traición, pero en última instancia de los vaivenes de unas vidas contra el telón de fondo del amor y el desamor. Es una novela que crece y se derrama de las páginas como nata batida en cuenco demasiado pequeño. Si no habéis leído aún a Abdulrazak Gurnah, os recomiendo de verdad este libro, me ha parecido extraordinario. Y nos cuenta unas cuantas cosas que en estos momentos aciagos van derechas al corazón.
Traducir esta novela a cuatro manos con Rita da Costa fue una experiencia increíble y muy intensa. Luchábamos contra el tiempo, con el calendario editorial pisándonos los talones, pero teníamos entre manos un precioso reloj en el que cada engranaje diminuto requería dedicación. Fueron semanas de dejar nuestras vidas casi en barbecho, de acompasar el vuelo de la alondra con el del búho, de intercambiar correos, WhatsApps y llamadas para debatir sobre una sonrisa esquinada o un barco abarloado, de leer y releer y tocar y retocar pasajes, de insistir y proponer cambios, pero siempre desde el buen humor y el respeto de dos colegas y sin embargo amigas. Qué maravilla este oficio nuestro en el que al cabo de muchos años sigues aprendiendo cosas y descubriendo trucos. Y estoy segura de que el libro en español se ha beneficiado de esa labor conjunta, de esos dos pares de ojos y esas dos voluntades que han ido de la mano. Desde aquí rompo una lanza por la traducción a cuatro manos (bien avenidas, claro), y no solo por cuestiones de calendarios locos, sino porque verter dos cubitos en el caldo del texto por fuerza tiene que volverlo más sabroso y saladito.
Puede ser una imagen de 1 persona, libro y texto que dice "A ORILLAS DEL MAR ABDULRAZAK GURNAH 茶水 PREMIO NOBEL"